Lo que debe usted hacer

Lo que debe usted hacer Acuda a los centros existentes en el país especializados en este difícil empeño antialcohólico:

  • Asociación de ex-alcohólicos.
  • Dispensarios antialcohólicos.
  • Alcohólicos anónimos.
  • Centros psiquiátricos.
  • Médicos psiquiatras.
  • Asistentes sociales.
  • Familiares de alcohólicos curados.

Exponga en ellos su situación e indudablemente sacará usted consejos provechosos de utilidad inmediata.

Piense en todo momento que si usted se siente desgraciada por el drama familiar que le aqueja como consecuencia de la enfermedad de su marido, muy posiblemente, él también es desgraciado e incluso es posible que más que nadie. Probablemente su marido le haya decepcionado. No corresponde su realidad a las ilusiones que usted se había hecho. No es su «príncipe azul». Debe usted aceptar la realidad, pues intentando convertirle en el hombre que usted cree que debía ser, no obtendrá nada positivo.

Pese a todas las limitaciones impuestas por el alcohol en la personalidad del enfermo, quedan pequeñas parcelas de su personalidad aprovechables. Intente estimular discretamente esos valores que aún permanecen sanos. Comente con él las determinaciones que está dispuesta a tomar. Hágale ver que a pesar de todo, él sigue siendo consultado y escuchado. Déjele tomar poco a poco iniciativas. No de pronto, pues tal vez no tolere tanta carga.

Trátele con cariño, un poco maternalmente, como a un niño inmaduro, pero procurando que él no perciba su afán de ayudarle para evitar las reacciones de rechazo.

Hágale sentir que, a pesar de todo, usted le necesita. Realmente suele ser así, pues, de otro modo, hace tiempo que hubiera usted prescindido de él.

La necesidad del alcohólico de justificarse le lleva, como usted muy bien sabe, a mentir con frecuencia. Procure no exhibir sus dudas sobre la veracidad de lo expuesto y mucho menos ante terceras personas. Una duda en el aire es menos tensa y más eficaz que arrinconarle en su falsedad.

Procure reactivar en él todas las iniciativas que antes le interesaban. Intente incluso interesarle por nuevas actividades.

Afectuosamente y con un clima familiar sereno, conceda importancia a sus sugerencias e interésese por ellas. Aprenda ahora lo que tal vez debió hacer antes, es decir, aprenda cuales son sus centros de interés, sus aficiones, sus gustos. Piense usted que muchas esposas aunque no sea este su caso jamás supieron por qué el marido se encontraba más a gusto en el bar que en casa. Con frecuencia, sus inquietudes y aficiones, eran más comprendidas por los compañeros de barra y vaso, que por los suyos.

Los alcohólicos son muy susceptibles; se saben en falta aunque no lo confiesen, y están en permanente inadaptación, como incómodos consigo mismos. Es preciso, por tanto, que su marido perciba en usted afecto y comprensión. Cualquier frase, gesto o acto que pongan de manifiesto su desequilibrio, no le harán recapacitar, sino reaccionar a la defensiva acentuando su sentimiento de inadaptación.

Si es preciso que se someta a tratamiento, piense que en determinados momentos él también lo desea a la par que lo teme. Sea paciente y ayúdele a madurar esta idea todavía embrión, pero que, en ningún momento, sienta que su tratamiento o su hospitalización son impuestos, sino que, por el contrario, han sido adoptados por decisión propia.

Sé que todo lo antedicho, en muchos casos se ha intentado ya sin éxito. Sé que no es fácil estar siempre alerta para cumplir todos los consejos. Pero piense que si actúa usted cariñosamente siempre y no olvida que su esposo es un Enfermo la tarea será mucho mas sencilla